LIBROS

El erotismo prohibido de la siria Salwa al Neimi llega a España

Salwa al Neimi, el pasado martes en un hotel de Barcelona.

Salwa al Neimi, el pasado martes en un hotel de Barcelona.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Se ríe la escritora siria Salwa al Neimi al oír una frase de su primera novela: «Ahora todos los escritores sueñan con que se prohíban sus libros para hacerse famosos». Y es que eso es lo que ha logrado esta mujer árabe, al publicar, rompiendo más de un tabú, un libro «en árabe, que se dirige al público árabe y que habla del sexo en la sociedad y en la cultura árabe musulmana. Por eso da miedo», razona. Se editó en el 2007 en Líbano y ha sido prohibido en varios países islámicos, entre ellos el suyo, aunque circula libremente en internet. El sabor de la miel (Emecé / Edicions 62) llega ahora a España precedido del éxito en Francia e Italia y tras recibir tanto alabanzas como insultos.

Además de frases como «solo retengo en mi mente la palabra deseo y el placer de saciarlo» o «llegaba a su casa mojada. Él deslizaba su dedo entre mis muslos para recoger la miel», que le han valido que la califiquen como la más atrevida de las novelistas árabes, otros motivos explican «esa censura estúpida», cuenta Neimi, que vive y trabaja hace años en París, en el Instituto del Mundo Árabe. «Uno es que la protagonista es una mujer árabe, libre y moderna, que piensa por ella misma, y esto es peligroso. Y otro, porque busca los referentes de su libertad sexual en la herencia clásica árabe y musulmana, que era una cultura libre».

Esos referentes son escritos de antiguos sabios «donde se ve que hace siglos existía la libertad sexual además de una libertad de pensar, reflexionar, actuar y expresarse que hoy día no tenemos». Así, en El sabor de la miel, Neimi cita a Aixa, esposa favorita de Mahoma (el profeta, «cuando besaba a una de nosotras, le lamía la lengua») o a Al Yahiz, autor del siglo IX («Algunos de los que se pretenden devotos y ascetas hacen ascos y aspavientos cuando se menciona el coño, la polla y follar»).

La narradora, una bibliotecaria en París, vive su sexualidad en secreto, escribe sobre sus amantes, como el Pensador, y lee clandestinamente esos libros eróticos antiguos que la excitan: «Un idioma extranjero no podría haber producido el mismo efecto en mí. El árabe es, a mi entender, el idioma del sexo». Neimi centra en esta frase el origen de la obra. «No entiendo a los árabes que dicen sentirse más libres escribiendo en otros idiomas. Yo reivindico mi libertad en mi lengua. La importancia del libro es que esté en árabe».

LENGUA CASTRADA / La protagonista, como Neimi, nació en Damasco, es una gran lectora, le gusta la poesía, se crió en una «educación castrada», de la que ambas se han liberado gracias a la cultura árabe, y usan ordenadores que marcan en rojo palabras del lenguaje erótico y sexual porque, afirma la escritora, «nuestra lengua está también castrada».

Sin embargo, Neimi constata una evolución en el mundo árabe. «Aunque aún hay mujeres con el velo, que fomentan la imagen de sumisión, también las hay independientes, que trabajan, estudian e intentan cambiar las cosas en su entorno».

Neimi, madre de dos hijos, vuelve a reír al compararse con su narradora. «Me habría gustado encontrar a un hombre como el Pensador...»